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sábado, 19 de julio de 2008

Soy Randolf Gutiérrez y trabajo como taxista। Tengo la costumbre de ir todas las noches a jugar caballos en un centro hípico que está situado al frente de la Plaza Bolívar de MaracayVENEZUELA.

Cuando salía de las carreras el último jueves del mes de junio, me fui caminado como siempre, ya que entrego el carro a las 8 de la noche y mi esposa me llamó para que les llevara unas arepas rellenas a la familia.

De pronto sentí un eco que me llamaba por mi apodo… en el barrio todos me dicen “Alambrito” por lo flaco que soy y me comencé a poner nervioso, la plaza estaba muy oscura.
Días antes, había muerto un vecino que vivía al frente de la casa ... él ya era muy mayor y se dedicaba a hacer trabajos de espiritismo pero no muy buenos… era de lo que llaman trabajos oscuros o negros.
Cuando murió estábamos juntos apostando en una partida de dominó y agarró una tremenda rabia pensando que yo le había echo trampas y le dio un infarto. Antes de fallecer, camino al hospital me logro a decir que si le pasaba algo se la iba a pagar y que su “Gran Señor” vendría por mi alma… así llamaba al espíritu maligno que le cumplía sus encomiendas malignas.
Cuando pasé al frente de la glorieta, sentí que alguien me seguía, volteé a ver y no había nadie, pero yo seguía sintiendo que alguien estaba detrás de mí.

Caminé más rápido, apuré el paso y miré hacia la glorieta y lo vi. Sentí un frío horrible, desagradable. Allí estaba él, dentro de la glorieta, el hombre que había muerto días antes.

Estaba con la misma ropa que tenía puesta el día que falleció y sus ojos estaban rojos como si botaran candela. Me quedé frío, no sabía qué hacer, sentía que mis piernas no me podían sostener. Volteé para todos lados, buscando ayuda, me sentía aterrorizado.

Cuando mire de nuevo el ya no estaba. Entonces, apuré el paso hacia mi casa, olvidándome de ir a la arepera. Estaba a punto de llegar cuando se me apareció de nuevo, lo miré y sonrió pero no tenia dientes. Me dijo: “Me llevaré tu alma y otras más para mi “Gran Señor”.
Entre a la casa y tartamudeaba no podía hablar. Mi familia me preguntó que pasaba, les conté lo sucedido y se quedaron pasmados, aunque con la duda de si realmente había aparecido o no. Mi esposa decía que era idea mía porque él me juró antes de morir que vendría por mí.
No se qué pasó ese día, sólo sé que desde entonces pienso en hacer daño a la gente que ha tenido problemas conmigo, como lo hacia él con sus trabajos de brujería y sin explicación voy de vez en cuando a prender una vela negra en esa glorieta al frente de la gobernación.

Me estoy volviendo loco, ya no soy yo. Yo fui criado por personas cristianas, nunca le he hecho mal a nadie.
La otra noche escuché su voz y luego soñé con él, tenía patas y pezuñas como un animal y sus brazos muy peludos. Me decía que siguiera encendiéndole velas en la glorieta de la plaza, que con otras 3 velas ya le estaré dando el poder de regresar y comenzar a apoderarse de ese espacio.

Me dijo en ese sueño que la oscuridad de la noche en ese lugar, lo alimenta y que desde allí puede llevarse almas para su gran señor que es quien le ordena.

Sólo me falta ponerle 2 velas, porque anoche puse otra. Tengo mucho miedo de lo que vaya a empezar a hacer en la plaza, de que yo lo esté ayudando para que comience a hacerle daño a la gente, pero no me pudo controlar.

Desde que visito la glorieta de la Plaza Bolívar y le pongo sus velas negras, las cosas me están saliendo bien, me la paso ganando con los caballos y las mujeres me llueven.
Espero que Dios y mi familia me perdonen y ustedes también porque no he podido evitar hacer lo que me pide. Mi vida es otra y si tengo que pagar algún precio por lo que estoy haciendo lo pagaré, pero tengo dinero y me doy la gran vida a pesar de que mi esposa y mis hijos me rechacen porque dicen que me notan muy cambiado. Eso ya no me interesa. El brujo y su “Gran Señor” me han dado muy buena suerte.

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