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viernes, 25 de febrero de 2011
VIDA DESPUES DE LA VIDA
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Relatos de vida después de la vida
"Me estaba muriendo. Escuché cuando doctor me declaró muerto. Mientras estaba acostado en la mesa de operaciones del hospital grande, un zumbido fuerte y rudo comenzó a retumbar en mi cabeza.
Al mismo tiempo, sentí que me estaba moviendo a lo largo de un túnel largo y oscuro. Entonces, de pronto, ¡me encontré fuera de mi cuerpo físico! Como un espectador, observé los intentos desesperados del doctor por revivir mi cuerpo.
"Pronto... me encontré con un "ser" de luz que me mostró una recapitulación instantánea de mi vida y me ayudó a evaluar mis hechos pasados.
"Finalmente entendí que mi tiempo de morir no había llegado aún y que tenía que regresar a mi cuerpo. Me resistí, porque había encontrado que mi experiencia después de la muerte había sido bastante placentera. Pero, sin embargo, de alguna forma me reuní con mi cuerpo físico y viví"
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Yo estaba en una cama de terapia intensiva del hospital infantil de Seattle — cuenta Deán, adolescente de 16 años, quien tuvo una aguda insuficiencia renal. En un instante me vi parado sobre mis pies, y moviéndome con gran velocidad a lo largo de un espacio oscuro.
No veía paredes alrededor mío, pero me sentía como en un túnel. No sentía viento, pero percibía que me movía con una enorme velocidad. A pesar de no entender hacia dónde me dirigía, ni para qué, sentía que al final de mi intenso vuelo, me esperaba algo muy importante y quería llegar cuanto antes a la meta.
Al final me encontré en un lugar lleno de brillante luz y noté que alguien estaba cerca de mí. Era alto, con largos cabellos dorados y vestido de blanco, ceñido con un cinturón. No hablaba, pero yo no sentía miedo, ya que irradiaban de Él gran paz y amor.
Si no era Cristo, seguramente era uno de sus Ángeles." Después de esta experiencia, Dean sintió que volvió a su cuerpo y se despertó. Estas cortas pero luminosas experiencias dejaron una profunda huella en el alma de Dean. Se tornó un joven muy religioso, lo que tuvo una influencia benéfica sobre toda su familia.
Este es uno de los relatos típicos, recogidos por un médico — pediatra norteamericano, Melvin Morse y publicado en su libro, "Closer to the light" ("Hacia la luz"). Él se encontró por primera vez con el caso de la muerte temporal, en el año 1982, cuando revivió a Catalina, una niña de 9 años, que se ahogó en una pileta deportiva.
Catalina contó que durante su muerte ella se encontró con una "dama" muy amable que se presentó como Elizabeth posiblemente su Ángel guardián. Elizabeth recibió muy cariñosamente el alma de Catalina y conversó con ella. Sabiendo que Catalina no estaba todavía lista para pasar al mundo espiritual, Elizabeth le permitió volver a su cuerpo.
En este período de su carrera el Dr. Morse trabajaba en la ciudad de Pocatello del estado de Idaho. El relato de la niña le produjo una impresión muy fuerte, más todavía por el escepticismo que él tenía hasta entonces hacia todo lo espiritual. Él decidió estudiar profundamente qué es lo que acontece con el hombre inmediatamente después de la muerte. En el caso de Catalina, el Dr. Morse fue impresionado por su detallada descripción de lo que pasaba en el hospital y en su casa, durante su muerte clínica — como si ella hubiera estado presente allí. El Dr. Morse verificó y se convenció de la exactitud de las observaciones extra corporales de Catalina.
Después que de haber sido trasladado al hospital orto-pediátrico y luego al centro médico de Seattle, el Dr. Morse inició el estudio sistemático del proceso de la muerte. Preguntó a muchos niños que habían pasado la muerte clínica, comparaba y anotaba sus relatos.
Además mantenía el contacto con sus jóvenes pacientes, a medida que éstos crecían y observaba su desarrollo intelectual y espiritual. En su libro "Hacia la luz," el Dr. Morse afirma que todos los niños que él conoció y que pasaron la muerte temporal, al crecer se mostraban creyentes, serios y moralmente más limpios que los jóvenes ordinarios. Todos ellos tomaban la experiencia pasada como una Gracia de Dios, e indicación de que se debe vivir para el bien.
Hasta hace poco, los relatos sobre la vida en el "otro mundo" aparecían sólo en la literatura religiosa especial. Las revistas laicas y los libros científicos, como regla, evitaban estos temas. La mayoría de los médicos y psiquiatras rechazaban cualquier manifestación espiritual y no creían en la existencia del alma.
Pero unos 20 años atrás, en lo que parecía el pleno triunfo del materialismo, algunos médicos y psiquiatras se interesaron seriamente por el problema de la existencia del alma. El inicio del cambio se debió al libro del Dr. Raymond Moody "La vida después de la vida," que salió en 1975 y causó un gran revuelo.
En este libro Dr. Moody recogió una serie de relatos de las personas que pasaron la muerte clínica. Los relatos de algunos de sus conocidos incitaron a Dr. Moody a internarse en el problema del proceso de la muerte. Cuando él comenzó a juntar datos, para su asombro vio que existían numerosas personas que durante su muerte clínica tuvieron visiones extracorporales. Ellos generalmente no las contaban para que no se burlen de ellos o no los consideren locos.
Al poco tiempo de la salida del libro de Dr. Moody, la prensa sensacionalista y la TV, ávidos de cosas sensacionales, desparramaron ampliamente sus datos. Comenzó una viva discusión sobre el tema de la vida después de la vida y hasta debates públicos sobre el tema.
Entonces una serie de médicos, siquiatras, representantes de las iglesias, que se sintieron vulnerados por la invasión poco competente de sus especialidades, se pusieron a comprobar los datos y conclusiones del Dr. Moody.
Fue grande el asombro de muchos de ellos, cuando se convencieron de la veracidad de las observaciones del Dr. Moody — y precisamente, en que después de la muerte, el hombre no cesa de existir, sino que su alma continúa viendo, oyendo, pensando y sintiendo.
Entre las investigaciones serias y sistemáticas del problema, hay que mencionar el libro del Dr. Michel Sabom "Recuerdos de la muerte."(5). El Dr. Sabom es profesor de medicina en la universidad de Emori y médico regular del hospital de veteranos en la ciudad de Atlanta. En su libro se pueden encontrar datos detallados y documentados y un profundo análisis sobre esta cuestión.
Es muy valiosa así mismo, la investigación del psiquiatra Kenneth Ring en el libro "La vida a la hora de la muerte."(6). El Dr. Ring confeccionó una encuesta estándar para las personas que pasaron la muerte clínica. Los nombres de otros médicos que se ocuparon del tema están en la bibliografía citada al final. Muchos de ellos comenzaban sus observaciones siendo escépticos. Pero viendo cada vez nuevos casos que comprobaban la existencia del alma, cambiaban su actitud.
En este folleto mencionaremos algunos relatos de los hombres que pasaron la muerte clínica, compararemos estos datos con la enseñanza tradicional cristiana, sobre la vida del alma en el otro mundo y haremos las conclusiones pertinentes. Más adelante en el anexo discutiremos la enseñanza teosófica sobre la reencarnación.
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Qué pasa cuando la muerte es accidental o improvista.
Al morir, el hombre no inmediatamente se percata del hecho. Y sólo después de ver a su doble yaciendo inanimado allá abajo y cuando se convence que no puede comunicarse, se da cuenta que su alma salió del cuerpo.
A veces, en caso de un accidente, cuando la separación con el cuerpo es instantánea e inesperada, el alma no reconoce su cuerpo y piensa que ve a otra persona, parecida. La visión del doble y la imposibilidad de comunicarse crean un fuerte golpe en el alma, ella no está segura de si es realidad o es sueño
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Conciencia ininterrumpida.
Todos los que pasaron la muerte temporal atestiguan que conservaron plenamente su "yo" junto con las capacidades intelectuales, sensitivas y volitivas. Más todavía, notaron que la vista y el oído se agudizan, el pensamiento es más nítido y extraordinariamente enérgico, y la memoria se aclara. Personas que perdieron algunas de sus facultades, a causa de la enfermedad o de la edad, sienten que las recuperaron. El hombre comprende que puede ver, oír, pensar, etc., sin órganos corporales. Es notable que un ciego de nacimiento, al salir de su cuerpo, vio todo lo que hacían los médicos y las enfermeras con su cuerpo y luego contó con todo detalle lo que pasaba en el hospital. Al volver a su cuerpo volvió a ser ciego. A los médicos y psiquiatras que identifican las funciones del pensamiento y sentir con los procesos químico-eléctricos del cerebro, les sería útil tomar en cuenta estos datos actuales reunidos por los médicos-reanimadores, para entender correctamente la naturaleza del hombre.
3. Alivio.
Habitualmente la muerte está precedida por la enfermedad y los sufrimientos. Al salir del cuerpo, el alma se alegra de no sentir más el dolor, la presión, la asfixia, en cambio percibir que el pensamiento trabaja claramente y los sentidos están apaciguados. El hombre se identifica con su alma, su cuerpo le parece como algo secundario y ya innecesario, así como todo lo material. "Yo salgo y mi cuerpo es una funda vacía" explicaba un hombre que pasó la muerte temporal. Él miraba la operación de su corazón, en curso, como un "observador ajeno." Los intentos de reanimar a su cuerpo no le interesaban en absoluto. Aparentemente él mentalmente se despidió de la vida terrenal y estaba listo para comenzar una nueva vida. Sin embargo le quedaba el amor a sus parientes y la preocupación por sus hijos.
Hay que hacer notar que no se producen cambios importantes en el carácter del individuo. El hombre queda como estaba. "El concepto de que dejando el cuerpo al alma, enseguida sabe y entiende todo, es erróneo. Yo llegué a este nuevo mundo, tal como salí del viejo" — relataba K. Ikskul.
4. El túnel y la luz.
Después de ver a su cuerpo y lo que lo rodea, algunos pasan a otro mundo puramente espiritual. Hay casos que obviando o no notando la primera fase, llegan directamente a la segunda. El pasaje al mundo espiritual, algunos lo describen como viaje por un espacio oscuro que recuerda a un túnel. Al final de ese túnel llegan a una lugar de luz supraterrenal. Existe un cuadro del siglo XV de Jerónimo Bosh, "Ascensión al Empiriano," que representa algo semejante al pasaje del alma por el túnel. Posiblemente ya entonces esto era conocido por algunos.
He aquí dos descripciones contemporáneas de este estado: "Escuché que los médicos me declararon muerto, mientras yo estaba como si nadara en un espacio oscuro. No tengo palabras para describir ese estado. Alrededor estaba completamente oscuro, y sólo en la lejanía se veía luz. Esta era muy intensa, a pesar de que al principio parecía pequeña. A medida que me acercaba a ella, aumentaba. Me dirigía rápidamente hacia ella y sentía que irradiaba bondad. Siendo cristiano recordé las palabras de Cristo: "Yo soy la luz del mundo." Y pensé: "Si esto es la muerte, sé Quién me espera allí"
"Sabía que me estaba muriendo," relata otro hombre; "y nada podía hacer para avisar, ya que nadie me oía... Me encontraba fuera de mi cuerpo — esto es seguro, ya que veía mi cuerpo allá sobre la mesa del quirófano. Mi alma salió del cuerpo. Por eso me sentía perdido, luego apareció esta luz tan especial. Primero era algo débil, luego emitió un rayo muy fuerte. Sentía el calor de esta luz, que cubría todo, pero no me impedía ver el quirófano, los médicos y las enfermeras y todo lo demás.
Primero, no entendía qué pasaba, pero luego, una voz desde ésta luz me preguntó si estaba listo para morirme. Hablaba como un hombre, pero no había nadie. Preguntaba precisamente la Luz...
Ahora entiendo que Ella sabía que no estaba listo todavía para la muerte, pero era como si me estuviera examinando. Desde el momento en que la Luz comenzó a hablar me sentí muy bien; me sentía fuera de peligro, y que Ella me amaba. El amor que irradiaba la Luz era inimaginable e indescriptible (1, pág. 63).
Todos, los que la han visto y trataron de describirla, no encontraron palabras adecuadas para hacerlo. La Luz era distinta de la que habían conocido aquí. "Esto no era simplemente luz, sino la plena y perfecta ausencia de tiniebla alguna.
Ésta Luz no daba sombras, no se la veía, pero estaba en todas partes y el alma permanecía en la Luz (5, pág. 66). La mayoría describe ésta Luz como un Ser moralmente bueno, y no como si se tratara de una energía impersonal. Los que son creyentes, la consideran un Ángel, o hasta el mismo Jesucristo. En todo caso, Alguien que trae la paz y el amor. Cuando se encontraban con la Luz, no oían palabras separadas en un idioma específico, sino que hablaba con ellos por medio del pensamiento. Y todo era tan claro, que esconderle algo era totalmente imposible.
Muchas personas han informado de experiencias cercanas a la muerte (ECM). ¿Qué quieren decir? ¿Qué ocurre cuando nos morimos?
Mientras escribía un libro sobre este tema, entrevisté a gente con historias fascinantes. Una mujer en Kansas desarrolló complicaciones luego de una cirugía mayor. Sintió que se levantaba del cuerpo, volando a través del espacio, y oyó voces celestiales antes de volver a su cuerpo.
Un hombre de Arizona, en coma cinco, meses después de un accidente de motocicleta, dijo que había visto a su padre muerto y había hablado con él.
Varias teorías tratan de explicar estas ECM. Las explicaciones fisiológicas sugieren una causa física - tal vez un golpe en la cabeza o falta de oxígeno en el cerebro. Las explicaciones farmacológicas apuntan a las drogas o a la anestesia. Las explicaciones psicológicas proponen causas mentales, tales como mecanismos de defensa o cumplimiento de deseos.
Las explicaciones espirituales citan a las ECM como preludios de la vida posterior, ya sea genuinos (si son divinos) o distorsionados (si son demoníacos). Las aplicaciones de estas teorías pueden ser complejas.
Durante mis años de estudiante en la Universidad de Duke, el estudiante en la pieza al lado de la mía fue alcanzado por un rayo y murió en forma instantánea.
Durante cuatro días nuestro grupo estuvo en un estado de conmoción. La gente estuvo haciéndose preguntas como, "¿Dónde está Mike ahora?", "¿Hay vida después de la muerte?", "Si la hay, ¿cómo será?"
¿Vida Después de la Muerte?
¿Podemos saber si hay vida después de la muerte? ¿Qué método usaríamos para averiguarlo?
El método experimental, utilizado para cuestiones científicas, no es adecuado para evaluar ECM. Es imposible en emergencias médicas establecer las condiciones controladas y la repetibilidad requeridas. Los científicos tampoco tienen máquinas que lean la mente para evaluar las experiencias mentales/espirituales. Y encontrar voluntarios para experimentos de ECM sería difícil.
El método de las experiencias tiene distintas opiniones. Los ECM pueden proveer información útil, pero la mente nos puede engañar. Sueños, fantasías, alucinaciones, viajes de drogas, ebriedad, estados de conmoción - todos pueden evocar imágenes mentales que parecen reales pero no lo son.
Algunos sugieren un método espiritual para evaluar estos fenómenos. ¿Y si pudiéramos encontrar una autoridad espiritual, alguien con credenciales confiables, que nos diga la verdad acerca de los temas referidos a la vida después de la muerte?
Después de la muerte de Mike, les expliqué a los hombres en nuestro grupo que una cantidad cada vez mayor de hombres y mujeres instruidos cree que Jesucristo es una autoridad espiritual confiable.
Hace un tiempo, yo mismo era escéptico con relación al cristianismo, pero examinando las evidencia de la resurrección de Jesús me convenció que Él podía ser confiado. Encontré que la resurrección de Cristo era uno de los hechos de la historia mejor comprobados.
Si Jesús murió y volvió de la muerte, Él podría decirnos con precisión cómo era la muerte y la vida después de la muerte. El hecho que Él había predicho con exactitud Su propia resurrección nos ayuda a creer que Él nos dirá la verdad acerca de la vida después de la muerte. ¿Qué dijeron Jesús y aquellos a quienes Él enseñó acerca de este tema?
¿Cómo es la Vida Después de la Muerte?
1. Jesús indicó que la vida después de la muerte será personal
Nuestras personalidades no serán aniquiladas. No nos fundiremos en el gran océano impersonal de la conciencia cósmica, como algunos proponen. Seguiremos existiendo. No nos volveremos ángeles, como sugieren otros. Los ángeles son "espíritus ministradores" enviados para servir a los creyentes en Cristo.{4} Son seres espirituales ya creados, distintos de los humanos.{5} En el momento en que Jesús murió en la cruz Él exclamó, "Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu" (Lucas 23:46).
Antes de esto, un ladrón que colgaba de una cruz al lado de la Suya le dijo, "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino." Jesús le contestó, "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:42-43).
Jesús creyó que Su propio espíritu iba a ir con Dios. Él también creía que el ladrón (aparentemente el alma o el espíritu del ladrón) estaría con Él en el cielo el mismo día. Claramente, Jesús no estaba pensando en la muerte como aniquilación sino como separación del cuerpo físico.
En otra parte, Jesús implicó que nuestras personalidades de alguna forma permanecen intactas después de la muerte. Una vez dijo, "Vendrán muchos... y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos" (Mateo 8:11).
Abraham, Isaac y Jacob - los antepasados de la nación judía - habían muerto siglos antes. Sin embargo, Jesús, hablando de un hecho futuro, los mencionó por nombre. Implicó que sus personalidades se mantendrían.
¿Alguna vez se preguntó si usted podrá ver a sus seres queridos que han partido cuando se muera? Aparentemente, aquellos que participan de la vida eterna podrán reconocerse unos a otros.
El Rey David, quien reinó sobre la antigua nación de Israel alrededor del año 1000 a.C., habló de estar con su hijo muerto otra vez. Los discípulos de Jesús tuvieron un vistazo de Moisés y Elías, dos héroes de Israel que habían muerto un tiempo atrás, y los reconocieron.
2. Jesús enseñó que la vida eterna sería relacional
La vida en el cielo estará enfocada en una relación personal con Él y en relaciones significativas entre nosotros. Estas serán las relaciones más cálidas y enriquecedoras que podríamos tener jamás.
Antes de morir, Jesús les prometió a Sus discípulos que un día estarían con Él nuevamente: "Voy... a preparar un lugar para vosotros. Y... vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:2-3).
Pablo, un creyente en Jesús del primer siglo, escribió acerca de su "deseo de partir y estar con Cristo" (Filipenses 1:23).
Jesús definió la vida en el cielo cuando dijo, "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). En otras palabras, la vida eterna involucrará llegar a conocer mejor a Dios y el sentido de la vida.
3. La vida eterna será agradable
Pablo también escribió, "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó... son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Corintios 2:9).
Juan, el discípulo de Jesús, escribió, "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor" (Apocalipsis 21:4). Otro escritor del Nuevo Testamento nos alienta a "[poner] los ojos en Jesús... el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz... y se sentó a la diestra del trono de Dios" (Hebreos 12:2). La vida eterna con Dios será un gozo que desafía una descripción y excede nuestra imaginación.
4. La vida después de la muerte será eterna
No terminará nunca. ¿Alguna vez miró una película que era tan buena que no quería que terminara jamás?
¿Alguna vez saboreó un postre tan dulce que quería que durara y durara? ¿Tuvo alguna vez una relación tan gratificante que deseó que continuara para siempre? La vida eterna será así de buena, ¡y mejor! Nunca terminará. "Dios nos ha dado vida eterna;" escribió Juan, "y esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5:11).
Jesús enseñó que la vida eterna involucra todo lo positivo y nada de lo negativo. Dios nos ama y desea lo mejor para nosotros, ahora y por la eternidad.
Qué triste que algunas personas no aprovechan todo lo que Él ha provisto.
No se detenga
El cardiólogo de Chattanooga, Maurice Rawlings, M.D., cuenta de un paciente que tuvo un ataque cardíaco en la oficina del Dr. Rawlings. A lo largo del intento de resucitación, el paciente se desvanecía y volvía en sí. Cada vez que el doctor interrumpía el masaje cardíaco, el paciente parecía que se moría de nuevo.
Cuando el hombre recobró el conocimiento gritó, "¡Estoy en el infierno!" Una mirada de completo terror nublaba su rostro. "¡No se detenga!" rogó. "¿No entiende? Estoy en el infierno. ¡Cada vez que usted se detiene me vuelvo al infierno! ¡No me deje volver al infierno!"
El paciente sobrevivió y puso su fe en Cristo para quitar sus pecados y asegurarse un lugar en el cielo.{8} El lugar que la Biblia llama infierno, o hades, es el hogar actual de aquellos que no aceptan el regalo del perdón de Jesús.
Es un lugar de tormento constante y consciente.{9} El hades no es la morada final de aquellos que mueren sin una relación personal con Cristo. Juan dice que éstos serán juzgados en el juicio del "gran trono blanco".
Como las obras de ninguna persona son suficientes como para ganarse la vida eterna, aquellos que no tienen el perdón de Cristo serán arrojados en el "lago de fuego"{10} Jesús dijo que "el fuego eterno [ha sido] preparado para el diablo y los ángeles" (Mateo 25:41).
No es un tema agradable. Pero recuerde, Dios no quiere que usted perezca en el infierno. Lo ama a usted y quiere que pase la eternidad con Él. No sin Él.{11} Pablo escribió que Dios nuestro Salvador quiere que todos sean salvos (o sean salvados de las consecuencias del pecado, que es la separación de Dios). Él quiere que nosotros lo conozcamos porque Él es la verdad.{12} Dios envió a Jesucristo, Su Hijo, para pagar el castigo de nuestros pecados (las actitudes y acciones que no alcanzan la perfección de Dios). Jesús literalmente pasó por el infierno por nosotros. Nosotros simplemente necesitamos recibir Su regalo gratuito de perdón - nunca lo podremos ganar - para tener la garantía de la vida eterna. "El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5:24).
¿Y Qué de Usted?
De acuerdo con las últimas cifras, la tasa de mortalidad en E.EUU sigue siendo del 100 por ciento. Cada día, en este planeta, mueren unas 140.000 personas.
Lo que a la mayoría de nosotros nos interesa no es "¿Qué le pasa a la gente cuando se muere?" sino "¿Qué me pasará a mí cuando me muera?"
Algunos tratan de evitar el tema de la muerte o aislarse de la preocupación a través de la popularidad, las posesiones, las ocupaciones o el poder. Muchos sienten que cualquier creencia que los haga sentir cómodos está bien. ¿Encaja usted en alguna de estas descripciones?
Un club nocturno cerca de Cincinnati estaba repleto una noche. De pronto, un camarero se subió al escenario, interrumpió el programa y anunció que el edificio se estaba prendiendo fuego. Tal vez porque no vieron nada de humo, muchos de los asistentes se quedaron sentados. Tal vez pensaron que era un chiste, parte del espectáculo. Cuando finalmente vieron el humo, era demasiado tarde. Más de 150 personas murieron cuando se quemó ese club nocturno.
Cuando piensa en la muerte, ¿está creyendo lo que usted quiere creer o lo que la evidencia demuestra que es verdadero? Jesús dijo, "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25)
miércoles, 23 de febrero de 2011
EXORCISMO ..JUAN PABLO II ... SIGUENOS POR TWITTER @05neptuno
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Caso impresionante descrito por el periodista español jose manuel vidal del diario el mundo de españa
-«Hic est dies» (éste es el día), dice el exorcista con el crucifijo en la mano.
-Nooooo, responde una voz ronca de hombre que sale de la garganta de la posesa, una preciosa chica de 20 años.-«Exi nunc, Zabulon», (sal ahora, Zabulón), repite el sacerdote.
-Nooooooooooooooooooo.
-¿Por qué no quieres salir?
-Para servir de testimonio.
-¿De testimonio de qué?
-De que Satanás existe.
Se corta la tensión en el ambiente penumbroso de la capilla.
Satán luchando contra Dios.
El exorcista, José Antonio Fortea, párroco de Nuestra Señora de Zulema, está exhausto. Y eso que sólo tiene 33 años. Pero lleva ya más de una hora luchando, crucifijo en ristre, contra Satanás. Marta (nombre ficticio de la posesa para no comprometer su nombre real ), en cambio, se encuentra tan fresca como al principio y no deja de rugir, bufar, revolverse y agitar su cuerpo como un resorte.
Con una fuerza inusitada para una chica de 20 años, más bien menudita y de rasgos dulces. Son las 12,30 de la mañana ya van hora y media presenciando un exorcismo.
Hasta ese momento y a pesar de llevar más de 20 años en la profesión, lo único que había conseguido fue entrevistar al exorcista oficial de Roma, el padre Gabriel Amorth. Ya entonces, al dedicarme su libro había escrito: «A José Manuel, con mi gratitud y con la advertencia de no tener jamás miedo del diablo».
Confieso que por miedo decidí devolverle la llamada al padre Fortea y pedirle que dejase venir conmigo a un compañero de la agencia EFE, también especialista en información religiosa. Aceptó.Nerviosos, el día señalado nos desplazamos en carro hasta la diócesis de Alcalá.
Era un día radiante. Llegamos a la parroquia con mucha antelación. Cuestión de prepararse psicológicamente.Por el camino, bromitas y nervios. El exorcista nos había citado en su parroquia, una iglesia moderna, de ladrillo rojo, situada entre pinos. El interior, sencillo y limpio. Con un retablo y una gran cruz en medio. En un lateral, la pila del agua bendita con una inscripción: «El agua bendita aleja la tentación del demonio».
A las 10,30, el exorcista sale del templo y viene a nuestro encuentro.Es alto y delgado. Lleva lentes y una barbita bien recortada.Su aspecto impone. Quizá, por relacionarlo con su profesión de echador de demonios.
Embutido en una sotana de un negro inmaculado, su tez blanquecina y su frente despoblada todavía resaltan más.Nos invita a dar un paseo para ponernos en antecedentes del caso.
SIETE DEMONIOS
«No soy ningún showman ni quiero publicidad. Si estáis aquí es porque os necesito para liberar a la chica. Tendréis que ser muy prudentes. No podréis dar pista alguna que permita la identificación ni de la muchacha ni de su madre.
Preferiría que tampoco me nombraseis a mí, pero acepto ese sacrificio en aras de una mayor credibilidad.Pero sólo Dios sabe lo que me cuesta y los problemas que me puede acarrear. Y no tengáis miedo. A vosotros no os pasará nada».Insiste en la seriedad del tema. Asegura que en el Antiguo Testamento aparece 18 veces la palabra Satán. Y en el Nuevo Testamento, 35 veces la palabra diablo y 21 la palabra demonio. El propio Jesús hizo muchos exorcismos o lo que los Evangelios llaman «expulsar demonios». Fortea recuerda también que Juan Pablo II ha realizado al menos tres exorcismos reconocidos y advierte que la creencia en el diablo constituye uno de los pocos rasgos comunes a la práctica totalidad de las religiones. «Es el punto ecuménico por excelencia». Aprovecha para hacer un pequeño repaso por las distintas religiones y épocas históricas y las diversas teorías.Sigo mostrándome incrédulo. Me da la sensación de que trata de condicionarnos buscando justificaciones en la Historia.
Para hacerlo aterrizar en lo concreto, le preguntamos detalles del caso. Nos cuenta que se trata de un chica poseída por siete demonios. Que ya expulsó a seis, pero que el último se resiste.«Se llama Zabulón, es un diablo casi mudo pero muy inteligente.Su nombre ya sale en la Biblia. Siempre queda el jefe para el final. Llevo ya 16 sesiones y todavía no he conseguido expulsarlo, cuando en los casos más normales, basta con dos o tres». No quiere dar más detalles de la endemoniada.
Sólo dice que vendrá acompañada por su madre, «que es una santa», y que la posesión se debió a un hechizo que le hizo una compañera de instituto, a los 16 años. «En una de las primeras sesiones le pregunté cómo había entrado y me respondió un nombre que yo no conocía. Su madre me dijo que era una compañera de clase, que había invocado a Satán para hacer un hechizo de muerte contra ella. Y de hecho, primero estuvo gravísima y a punto de morir. Una vez que sanó, comenzaron los fenómenos raros».
Desde entonces, su madre empieza a detectar cosas raras en su hija: muebles que se mueven, objetos que se rompen y, sobre todo, una inquina especial hacia los objetos religiosos, cuando era de misa dominical. Hasta que un día, de noche, oye ruidos extraños, se levanta y, cuando abre la puerta de la habitación de su hija, la ve sobre la cama, levitando.
Como no quiere perder a su única hija, comienza a buscar remedios.Habla con el párroco, que la remite a dos famosos psiquiatras.Pero ambos diagnostican que la chica es absolutamente normal.Ninguna explicación científica para los constantes dolores de cabeza que torturan a su hija. Y entonces, María (nombre ficticio de la madre), a sus 60 años, se lanza a la búsqueda de un exorcista.Recorre casi todas las diócesis españolas. Ningún obispo quiere saber nada de su caso. Está ya dispuesta a trasladarse con ella a Italia a ver al padre Amorth, cuando le hablan de un exorcista español que acaba de salir en la tele porque ha publicado un libro, Demoniacum, sobre los exorcismos.
En ese instante vemos llegar un taxi. «Son ellas», dice Fortea.María, la madre, es pequeña, delgada. Su mirada es todo dolor: «Creo en Dios y sé que, tarde o temprano, liberará a mi hija de las garras de Zabulón. Llevo cinco años de calvario. No lo sabe nadie de mi familia. Ni mis hermanos», confiesa. María es viuda y, cada vez que se desplaza desde su casa a la cita con el exorcista (prácticamente, una sesión por semana), tiene que inventarse alguna excusa. «No lo entenderían y no quiero que mi hija quede marcada para siempre».
EL RITUAL
A su lado, Marta sonríe tímidamente. Pequeña, de grandes ojos negros, un poco tristes, tiene la cara picada de una mala adolescencia.Pelo negro, recogido en una coleta. Los labios gruesos y sin pintar, aunque contraídos en una mueca casi de dolor. Lleva unos vaqueros, un niqui azul cielo de manga corta y cuello alto y unos zapatos negros. Es guapa. Sus ojos llaman la atención, pero más que timidez desprenden miedo, mucho miedo. Me parece una chica de lo más normal que, nos cuenta, estudia Matemáticas en la Universidad. «Es imposible que esté poseída», pienso para mis adentros.
El padre Fortea abre la capilla, en los bajos de su parroquia donde dice misa a diario, y vuelve a cerrar con llave por dentro.Es pequeña, acogedora. Dentro, penumbra y silencio absoluto.Fuera, un sol radiante. El exorcista pide ayuda para transportar una colchoneta forrada de plástico verde, grande y pesada, para colocarla al pie del altar. La capilla, rectangular, tendrá unos 25 metros cuadrados. Sin ventanas. En el centro, un altar enorme.Encima un mantel blanco y seis velas encendidas, amén de una gran Cruz de Trinidad, apenas iluminada por la luz mortecina de un halógeno. Al fondo, la imagen de un Pantocrátor iluminado y el Santísimo. En un lateral, una imagen de la Virgen con el Niño en brazos.
Nada más entrar en la capilla, madre e hija se preparan para el rito. Marta se pone unos calcetines blancos, mientras su madre saca del bolso un rosario, un crucifijo de unos 15 centímetros y una postal de la Virgen de Fátima, y los coloca al lado de la colchoneta. Trato de registrar el más mínimo detalle en mi mente. Sigo pensando que asisto a un montaje. Marta se recuesta en la colchoneta boca arriba, mirando a la cruz. María se arrodilla a su lado, una postura que no abandonará durante las siguientes dos horas y media. El padre Fortea reza un rato de rodillas, se quita la sotana, bebe agua y se sitúa sobre el extremo de la colchoneta más alejado del altar.
Presiento que el rito va a comenzar. Me siento, expectante, en el banco. El exorcista extiende su mano derecha y la impone sobre el rostro de la joven, sin tocarla. Luego, cierra los ojos, agacha la cabeza y susurra varias veces una plegaria ininteligible.Un alarido desgarrador, el primero, rompe el silencio de la capilla, penetra en mi alma y me pone la carne de gallina. No es humano.Es un chillido sobrecogedor y profundo el que sale de la garganta de Marta. Pero no puede ser ella. No es su tono de voz. Es ronco y masculino. El padre Fortea sigue rezando y los rugidos se suceden.Poco a poco, el cuerpo de la joven se estremece vivamente. Su cabeza se mueve de un lado a otro con lentitud al principio, con inusitada rapidez después.
«SAL, ZABULÓN»
Ante la salmodia del exorcista, la joven gime y se retuerce sin parar. Al instante, el gemido se convierte en rugido desgarrador, altísimo, furioso. El exorcista acaba de colocar el crucifijo sobre su vientre y entre sus pechos, mientras la rocía con agua bendita. Patalea con tanta furia que el crucifijo se cae y la madre lo recoge una y otra vez y se lo vuelve a colocar de nuevo, mientras le acerca el rosario que Marta arroja a lo lejos, con furia. Parece tranquilizarse un poco pero, inmediatamente, vuelve a rugir. No hay un momento de respiro. El padre Fortea acaba de invocar a san Jorge y, al oírlo, la joven grita, bufa, pone los ojos totalmente en blanco, arquea el cuerpo y se levanta toda entera un palmo de la colchoneta. No doy crédito.
-Besa el crucifijo, dice el exorcista.
-No.
-Jesús es Rey.
-Assididididaj.
-Secuaz de Satanás, estás en tinieblas.
-Assididididaj
-Estás haciendo mucho bien. Por tu culpa, mucha gente va a creer en Dios.
-No.
-Sal, Zabulón, te lo ordeno en nombre de Cristo. Te espera la condenación eterna. No hay salvación para ti.
Mientras el padre Fortea sigue conminando a Zabulón, las manos de la joven se han ido transformando. Son como garras. El exorcista arrecia sus plegarias y sus exhortaciones: «Hoy es el día. Sal, Zabulón. Sal de esta criatura en nombre de Dios». La joven se desata en temblores. Los gritos se elevan hasta el espanto. Y con voz ronca dice: «Asesinos». Es entonces cuando el padre Fortea le pregunta por qué no sale y Zabulón le contesta: «Para que la gente crea en Satanás».
Agotado, tras hora y media de lucha, el exorcista se levanta y sale de la capilla. Esto no puede ser una impostura ni un montaje.Hay que tener muchas agallas para dedicarse a esto. Y menos mal que los casos de posesión, según cuenta después el padre Fortea, son muy pocos. Él lleva cinco años ejerciendo y sólo ha tenido cuatro en España. Pero, mientras preparaba su tesis, asistió a otros 13 exorcismos. Se nota que tiene práctica: manda, templa, insiste y, con voz suave pero enérgica, tortura al diablo sin piedad. Con lo que más le duele. Siempre en nombre de Dios. No parece tener miedo alguno. Y eso que ya sabe lo que es ser atacado por Satanás. Una vez, en un exorcismo, dice que el diablo le hizo sentir la misma sensación y el mismo dolor que el que lleva un puñal clavado en el brazo.
Fortea sale de la capilla y mi corazón se acelera, pensando qué puede ocurrir ahora sin la presencia tranquilizadora del exorcista.Pero no pasa nada. O sí. María, la madre, coge las riendas del rito y comienza a repetir las mismas o parecidas frases del exorcista.Con calma, pero con decisión, parece no dirigirse a su hija, sino al Maligno que la posee:
-En nombre de Cristo te ordeno que salir.
-No.
-Abre los ojos y mira a la Virgen, le increpa mientras pone a su vista una postal de la Virgen de Fátima. Pero, por toda respuesta, obtiene un bufido. Entonces coge el crucifijo.
-Es tu Creador, ¿lo ves?
-Sí, dice la voz de ultratumba acompañada de rugidos y bufidos constantes.
-Míralo, Zabulón, no te resistas. Sabes que es tu día y tu hora.Ha llegado tu día y tu hora.
-Noooo...
-¿Por qué te resistes?
-Estoy harto. Ya te lo dije muchas veces.
-Di a esos señores por qué no te vas.
-Uhhhh.
-Díselo claramente.
-No quiero.
-Díselo en nombre de Cristo
-Para que crean en Satanás.
-San Jorge, ven. san Jorge, ven. Ven, san Jorge. Sal de ella san Jorge.
La posesa se detiene un segundo, sonríe y dice, con sorna:
-Sal, san Jorge...
Coge al vuelo el error de la improvisada exorcista y lo mismo hará, un rato después, con una pequeña equivocación del padre Fortea. Pero María no se da por vencida. Es una auténtica Dolorosa al pie de la cruz de su hija poseída. Me da tanta pena que también yo me arrodillo y, entre lágrimas, suplico a Dios (por lo bajo, no me atrevo a intervenir más directamente) que, por lo que más quiera, libere a Marta. Mi compañero hace lo mismo. Hacía tiempo que no rezaba con tanto fervor.
Entonces entra de nuevo el exorcista, coge una cajita con hostias consagradas del sagrario y se coloca delante de la joven:
-Mira al Rey de Reyes y arrodíllate ante Él.
-No.
-Siervo desobediente y rebelde, arrodíllate, repite el padre Fortea, mientras exhibe la hostia consagrada.
-Asesino, déjame.
-San Jorge, haz que se arrodille.
Y como un resorte, ante la mención de san Jorge, la posesa se arrodilla y el padre Fortea le hace abrir la boca para que reciba la sagrada comunión. Y continúa torturando al diablo que anida en Marta. Tras darle la comunión, coge una Biblia y recita el Apocalipsis: «Entonces el diablo fue arrojado a la lengua de fuego y azufre... allí será atormentado día y noche por lo siglos de los siglos». Y hace repetir al diablo frase por frase.
-Repite: Cuánto más me hubiera valido seguir a la luz.
-Cuánto-más-me-hubiera-valido-seguir-a-la-luz, repite a regañadientes y arrastrando cada palabra.
Y así durante un buen rato. El exorcista parece un maestro que enseña a un niño rebelde, que repite a la fuerza, entre bufidos y alaridos, frases como éstas: «Señor, tú eres Rey. Yo soy tu criatura. Nada escapa a tu poder. Eres el Alfa y Omega...»
-Ya no más. Me estoy cansando, gruñe.
Pero el padre Fortea arrecia en su acoso, coge un banquito y se sienta ante la posesa con un crucifijo en la mano. «Hic est dies», repite con fuerza. Por un momento, creo que lo va a conseguir.
-Cuanto más tardes en salir, más gente creerá en Dios. Eres un predicador de Dios. Acércate, siéntate y besa a Cristo crucificado.Dale un beso de respeto y homenaje.
Como zombi, Marta se sienta y se acerca a la cruz. Tiene los ojos en blanco y echa espumarajos por la boca, pero besa el crucifijo.Entonces Fortea la coge suavemente por un brazo, le hace levantar y la obliga a recorrer la capilla y besar a la Virgen y al Sagrario.
-Aquí está Dios. Repite siete veces: Iesus, lux mundi. La posesa repite, pero al terminar le lanza una mirada como de fuego y le dice:
-Asesino, déjame, no puedo más. Pero el exorcista continúa un buen rato.
Ha pasado otra hora. Fortea se toma un respiro. «Ahora usted», le dice a la madre. Y sale de la capilla. Y María se inclina sobre su hija y comienza a increpar a Zabulón:
-Tienes que dejar esta criatura. Por la sangre de Cristo, déjala ya. Sus ángeles están con ella. Vienen los tres arcángeles. La Virgen te va a aplastar la cabeza...
Zabulón sigue bufando y retorciéndose, pero no parece que esté dispuesto a irse. Al rato entra de nuevo el padre Fortea:
-¿No temes la sentencia de Dios?
-Sé cual es, grita desgarrada.
SOLOS CON LA ENDEMONIADA
El padre Fortea mira a la madre: «No se va a ir. Dejémoslo por hoy». Se levanta y se va. Los gritos se detienen en seco. Noto cierta decepción en el rostro de María. Me da la sensación de que esperaba que fuese hoy. Ha pasado casi tres horas de rodillas, pero en su cara no hay signos de cansancio, sólo de cierta desilusión.Recoge con paciencia la estampa de la Virgen y el crucifijo y sale de la capilla. Mi compañero y yo nos quedamos solos con la endemoniada. Unos segundos que se hacen eternos. Nos hemos quedado pegados al banco, sin respiración. De pronto, se vuelve hacia nosotros, abre los ojos (que ha mantenido en blanco durante tres horas) y nos lanza una mirada que no olvidaré mientras viva.Sus ojos son de otro mundo. Nunca vi algo así en mi vida. Al instante, la mirada vuelve a ser la de Marta, que nos sonríe, se levanta con tranquilidad, se sienta en el banco y se quita los calcetines blancos que dobla con sumo cuidado. Noto que apenas suda, a pesar de las tres horas de ejercicio continuo. Se pone los pendientes y nos vuelve a sonreír.
-¿Cómo éstas?
-Cansada
-¿Sabes lo que ha ocurrido?
-No, no recuerdo. Y mientras nos habla, coge la estampa y el crucifijo, a los que hace un rato tanto odiaba, y los besa con cariño.
-¿Te duele la garganta?
-No.
Y su voz es tan suave como cuando llegó. Nadie diría que por esa misma garganta salieron aullidos durante tres horas.
-¿Sabes por qué estás aquí?
-Sí, eso lo sé. Sé que tengo...
No termina la frase. Respetamos su silencio. Salimos y nos sentamos en un salón contiguo los cinco. Marta está tranquila. Vuelve a ser la chiquilla tímida de antes. «Todas las noches», nos cuenta María, «antes de acostarme cojo el crucifijo, del que nunca me separo, y bendigo mi habitación: «En nombre de Dios, malos espíritus salid de esta habitación. Y ella, antes de acostarse, siempre me pregunta: "¿Mamá, has bendecido la habitación?"» Pero aún así pasa miedo. Como cuando las manos de su hija se convirtieron en garras al tocar la cruz o cuando la persigue con los dedos abiertos, en forma de cuernos, para clavárselos en los ojos.«Siempre amenazas que, afortunadamente, nunca cumple».
Y antes de despedirse, repite una súplica: «Que se conciencien la gente y los obispos. Que haya muchos más exorcistas». Abraza a su hija, se suben las dos al coche del padre Fortea y se van.Marta se vuelve y nos mira. Sus ojos son el grito de angustia del esclavo encadenado. El padre Fortea queda en llamarme cuando se produzca la liberación definitiva.
Exorcismo
En algunas religiones o culturas, se denomina exorcismo a la acción sobrenatural de expulsión, realizada contra una fuerza maligna, utilizando un método religioso para expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona u objeto que se encuentra poseído(a) por la entidad maligna . Estos entes dependiendo de las creencias de los implicados, pueden ser demonios, espíritus, brujos, etc.
El objeto de la posesión puede ser una persona o animal, objetos e incluso lugares como pueblos o casas (poltergeist). La posesión puede ser total (el ente toma control de las funciones del poseído, puede moverse, hablar, etc, a través de la víctima) o parcial (en la que el ente utiliza al poseído para alguna actividad concreta, como los íncubos o súcubos, que mantienen relaciones sexuales con la víctima mientras ésta duerme).
El ritual de exorcismo incluye la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión, y el uso de objetos que pueden repeler al ente, en este caso un demonio, como crucifijos, agua bendita, reliquias, entre otros.
El exorcismo en la teología católica halla su base en los textos evangélicos donde se narran las liberaciones y expulsiones de demonios que realizó Jesús como con los endemoniados de Gadara a un joven mencionando por ejemplo que para vencer a algunos demonios se requería la práctica de ayuno y oración un poder que incluso tenían sus discípulos .
Siete casos específicos de posesión se relatan en los evangelios. En los primeros siglos no existían fórmulas precisas para exorcizar, aunque sí el carisma de expulsar demonios, el cual era usado por los apologistas cristianos para mostrar la divinidad del cristianismo.
El primer libro con fórmulas de exorcismo es el Statua Ecclesiæ a fines del año 500, surge así una literatura exorcista con libros como el Malleus Maleficarum de 1494 el Flagellum Dæmonum de 1606 , Manuale Exorcistarum 1720.
Según el artículo del Catecismo de la Iglesia Cátolica #1673:
Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó , de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un obispo o un sacerdote con el permiso del obispo.
En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. (...) Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad. (cf. CIC can. 1172).
El proceso de beatificación de Juan Pablo II, que se abrió el 28 de junio de 2005 en Roma culminará el 1 de mayo de 2011, es uno de los más cortos en la iglesia moderna y similar al de Teresa de Calcuta, con una duración de seis años desde su muerte.
Se catalogaron 251 supuestos milagros inexplicables realizados por intercesión de Wojtyla, pero el postulador de la causa, el sacerdote polaco Slawomir Oder se inclinó por la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, aquejada de Parkinson, la misma enfermedad que padeció Juan Pablo II.
Exorcismos de Juan pablo II
Juan Pablo II es el primer papa en 385 años que enfrentó personalmente al Demonio, el domingo de Ramos de 1982. Esta información se dio a conocer justo cuando el Vaticano vuelve a ocuparse de Satanás en un documento público. El 4 de abril , Juan Pablo II luchó contra el Diablo en las habitaciones del Vaticano, según cuenta en su diario el obispo francés Jacques Martin, que fue hasta su muerte prefecto de la casa pontificia.
Martin escribió que Ottorino Alberti, obispo de la localidad de Spoleto, llegó aquel día a la audiencia papal con una mujer poseída. Juan Pablo II inmediatamente se puso a trabajar.Mientras los gritos de Francesca , que se arrastraba por el piso y aullaba, se escuchaban fuera de la sala de audiencias, el Papa oraba y pronunciaba exorcismos, siguiendo el libro de Urbano 8vo.
Sólo presenciaron el ritual el obispo de Spoleto y unos pocos prelados. Muy impresionado por la escena vivida, Juan Pablo II comentó al obispo de Spoleto: Nunca me había sucedido algo así en mi vida. Una verdadera escena bíblica.
Un año después, Francesca F., totalmente curada, regresó con su esposo al Vaticano para anunciarle al Papa que iba a ser madre, relata Martin en su diario. Hasta ver al Papa, la obsesión demoníaca la había alejado de todos y hasta del esposo y, en consecuencia, de la alegría de la maternidad, narra el prelado.
Son muchas las historias de papas exorcistas.
Hace mil años, un monje francés, Gerberto de Aurillac, fue papa por acuerdos con el Diablo. Según la leyenda popular, Satanás le prometió el más elevado cargo del mundo si le entregaba su alma tras entrar en Jerusalén. Gerberto aceptó el trato y fue obispo de Reims, después de Ravenna y por último, llegó a Roma.En el año 999 tomó el nombre de Silvestro II y cuando en el 1003 levantó la basílica de la Santa Cruz sin saber que estaba sobre tierra llegada de Jerusalén, murió de improviso.
Se dice que sus huesos todavía hacen ruido y emiten un sudor frío cuando se aproxima la muerte de un pontífice.Otro papa, en el siglo XI, alejó al demonio de una zona cercana al Tíber. Y para lograrlo derribó un árbol gigantesco donde se había refugiado Satanás.Se trata de Pascual II, quien en 1099, cuando llegó a Roma la noticia de que los Cruzados habían liberado a Jerusalén, que estaba en manos musulmanas, decidió alejar para siempre a Satanás.
El Demonio habitaba en un árbol secular, sobre la tumba de los Domicios, la familia del emperador Nerón.Armado con un hacha y una cruz, Pascual II derribó el árbol, un álamo, e hizo luego el exorcismo en la zona.En el sitio en el que estaba el álamo (en latín, populus), ese papa fundó una nueva parroquia (populus Dei, Pueblo de Dios) dedicada a Santa María, para recordar la victoria sobre Satanás y la conquista cristiana de Jerusalén.
Durante su papado, Sixto V hizo colocar en la plaza del Pueblo, frente a esa iglesia, un enorme obelisco que es el más grande y más antiguo de Roma.Ese obelisco fue exorcizado en presencia de Sixto V, pues había sido dedicado por un faraón egipcio a las falsas divinidades y por lo tanto tenía que arrancarse de él toda influencia del Diablo.El obelisco de la plaza del Pueblo fue el cuarto que el papa Sixto V hizo exorcizar, porque todos tenían un origen pagano.
El primero fue colocado en la plaza de San Pedro en 1586 y el último en la plaza del Pueblo, en 1589. En cada uno, en la base, está escrito que el papa lo hizo exorcizar para sacarle influencias malignas.Ahora, el cardenal chileno Jorge Arturo Medina Estévez, prefecto para el culto divino, consultado por la agencia de noticias ANSA sobre el nuevo documento papal contra el Diablo, dijo: Aquel Papa hizo bien. Pues a veces es necesario echar a Satanás también de cosas o lugares. Según el documento, sólo unos pocos tienen el poder para realizar exorcismos. No lo pueden realizar laicos y menos que menos mujeres.
El Papa, se enfrentó cara a cara con el diablo al exorcizar en el Vaticano a una joven poseída. La endemoniada, de 19 años, tuvo un ataque en plena audiencia general en San Pedro. Juan Pablo II intentó el exorcismo después del acto en un lugar apartado. Con este exorcismo, Juan Pablo ll ha realizado, que se sepa oficialmente, tres exorcismos a lo largo de sus 21 años de pontificado.
Según fuentes consultadas, con este signo Juan Pablo II quiere sugerir al interno de la Iglesia la necesidad de recuperar una pastoral muy olvidada desde mitad de este siglo. El Papa quiere señalar con esta actuación, y su posterior revelación, que el demonio existe y que sigue actuando en el mundo. El Padre Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma, diócesis presidida por el Santo Padre, ha sido el encargado de revelar este suceso tan increíble.
Amorth viene reclamando desde años que la Iglesia se tome más en serio esta pastoral, poniendo más sacerdotes a este servicio.
Mas de los exorcismo de juan pablo
Ciudad del Vaticano .-
El miércoles pasado Juan Pablo II tuvo un encuentro cara a cara con el demonio. Lo ha confirmado el exorcista de la diócesis de Roma, el padre Gabriele Amorth, al diario «Il Messaggero», que ha publicado detalles desconocidos hasta ahora de lo sucedido. Durante la audiencia general del miércoles pasado, en la que estuvieron presentes unos 40 mil peregrinos, cuando Juan Pablo II impartió su bendición, una guapa muchacha de 19 años, originaria de un pueblecito cercano a la localidad italiana de Monza, comenzó a gritar de manera alocada. Se encontraba en las primeras filas, pues sus padres habían pedido que participara entre los enfermos. Ante tanto escándalo, como era de esperar, llegaron a toda prisa los agentes de policía italianos, que trataron de calmarla. Demostró, sin embargo, una fuerza sobrehumana, pues logró rechazar a los uniformados.
Con voz cavernosa gritaba frases sin sentido e insultó al obispo Gianni Danzi (secretario general de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano), que trataba de calmarla con un crucifijo. La muchacha respondió «vomitando» al prelado frases injuriosas. Intuyendo que la muchacha estaba poseída por el demonio, monseñor Danzi informó al secretario de Juan Pablo II, monseñor Stanislaw Dziwisz, quien a su vez refirió lo que estaba sucediendo al pontífice.
Cuando el Papa terminó la acostumbrada vuelta en «papamóvil» por la plaza de San Pedro para saludar más de cerca a los peregrinos, se encontró en un lugar apartado con la «endemoniada». El Papa hizo un exorcismo y rezó por ella durante una media hora. Al final, le aseguró que ofrecería la misa del día siguiente para que fuera liberada de la posesión. Parece que el exorcismo sólo logró un beneficio pasajero para la chica.
Continúa el exorcismo
El sacerdote Gabriele Amorth, quien es quizá el exorcista más famoso del mundo por sus libros de gran éxito -uno de los más conocidos es «Habla un exorcista» (Planeta+Testimonio), 1998-, revela: «Había hecho un exorcismo a la muchacha en la mañana del día anterior, junto a otro exorcista de Roma, el padre Giancarlo Gramolazzo. La muchacha es realmente un esplendor por su bondad y pureza. Sufre padecimientos atroces que ofrece al Señor por la conversión de los pecadores. Es un caso tremendo de posesión diabólica. Da una pena terrible el verla sufrir totalmente retorcida».
Según Amorth, «el Papa la vio, la llamó, la acarició y la trató con mucho cariño durante media hora. Le dijo que en la mañana del día siguiente, jueves, celebraría la misa por ella. En el exorcismo estuvo presente el obispo Danzi. Al día siguiente, el jueves por la tarde, volví a hacer sobre ella un exorcismo junto al padre Giancarlo que duró dos horas. En este exorcismo también participó monseñor Danzi».
En esa ocasión, la voz diabólica aludió al encuentro del día anterior con el Papa. «¡Cómo estaba contento el diablo -continúa diciendo el padre Amorth-. Menudas carcajadas que se echaba. Llevó a la pobre muchacha a decirme: '¡Ni siquiera tu jefe (es decir, el Papa) ha logrado hacer nada conmigo! '».
Un maleficio
El exorcista de la diócesis de Roma afirma que el caso de esta muchacha es dramático y lo atribuye a un maleficio. Cuando era muy pequeña ya sufrió una posesión. La actual dura desde que tenía doce años. En estos momentos, «cuando no se manifiesta la posesión -concluye-, la muchacha no sólo es preciosa, sino que además manifiesta una gran bondad y aceptación de los sufrimientos ofreciéndolos al Señor. Antes llevaba una vida casi normal, desde hace tres años, sin embargo, no ha podido ir al colegio ni trabajar».
En su ministerio como obispo de Roma, Juan Pablo II ha realizado al menos otros dos exorcismos de este tipo. El primero tuvo lugar a inicios de su pontificado, por petición de otro famoso exorcista de Roma, el padre Candido Amantini. El segundo, a finales de marzo de 1982, ha sido testimoniado por el cardenal francés Jacques Martin y lo realizó sobre una mujer de Spoleto, Francesca F., que después volvió a dar gracias al Santo Padre.
Para el Padre Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma, hay seis formas de posesión diabólica: «Los sufrimientos físicos causados por satanás externamente, que suelen ocurriles a muchos santos, como al cura de Ars; la posesión diabólica, en la que el demónio se apodera de un cuerpo y lo hace actuar y hablar como él quiere; la vejación diabólica, transtornos o enfermedades, desde muy graves hasta leves; la obsesión diabólica, se trata de acometidas repentinas, a veces continuas, de pensamientos obsesivos; las infestaciones diabólicas de casas, objetos y animales; y, por último, la sujeción diabólica, en la que se incurre cuando nos sometemos deliberadamente a la servidumbre del demonio».
«El trabajo del exorcista -dice Amorth- se centra sobre todo en la posesión diabólica, puesto que para las demás acciones del Maligno deberían bastar los medios comunes de la gracia: la oración, los sacramentos, la limosna, la vida cristiana, y el recurso constante al Señor, a la Virgen, a los Santos y a los ángeles».
Caso veridico de exorcismo
Anneliese Michel tenía sueños como todas las niñas de su edad, el suyo era ser maestra. Todo este martirio empezó a mediados de 1968, cuando Anneliese tenía solamente 16 años, desde esa edad ella comenzó a tener sacudidas que estremecían todo su cuerpo además de posturas corporables humanamente imposibles.
Al ver esto, sus padres la llevaron a la Clínica Psiquiátrica Wurzburg, dónde posteriormente le diagnosticarían Epilepsia, su tratamiento duró un largo tiempo sin que llegara a haber algún signo de mejoría. Desde ese momento Anneliese empieza a tener visiones diabólicas durante sus continuos rezos….
Después de varias acciones por parte de Anneliese, como negarse a ingerir alimentos, argumentando que no lo hacía por que los demonios se lo impedían, dormía en un suelo de piedra, comía arañas, moscas, carbón y bebía su propia orina, gritaba por su casa por horas hasta que escupía sangre, rompía crucifijos, cuadros de Jesucristo, se rasgaba la ropa; en Septiembre de 1975 el Obispo de Wurzburg, Josef Stang, asignó al padre Arnold Renz y al pastor Ernst Alt la orden de llevar a cabo el exorcismo sobre Anneliese Michel.
Aproximadamente duraron 10 meses los exorcismos, una o dos sesiones cada semana.Anneliese afirmaba estar poseída por Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler, y Fleischmann, un deshonrado sacerdote franco del siglo XVI, junto a algunas otras almas malditas.
La media noche del 1 de julio de 1976 muere Anneliese Michel.
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