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lunes, 15 de septiembre de 2008




Hola, amigos de lo inexplicable, soy Richard Millán les envió este relato espero que tengan la oportunidad de leerlo en ese espectacular programa para mi uno de los pocos con buena producción en la radio venezolana.

Cuenta mi tía que cuando estaba recién casada se fueron a vivir con su esposo a un pueblo llamado san José de rio chico en el estado miranda , un lugar completamente extraño para ella, pero no por eso dejaba de ser bonito.

Pasados unos días de vivir allí, mi tía Rosa se fue amoldando al ambiente que brindaba aquel pueblecito cerca de la playa. Era muy hermoso a la luz del sol, pero cuando caía la noche ese ambiente cambiaba, reinaba el silencio, a tal punto que cuando soplaba el viento se oía como avanzaba de un lugar a otro, moviendo las hojas de los árboles... en fin, algo totalmente fuera de lo común.
Como es de suponerse, como recién casados compartían la misma cama para dormir, pero esa noche no fue así. Mi tía no recuerda exactamente el motivo por el cual no durmieron juntos, pero en esa ocasión durmieron en camas separadas. Cuenta que eran ya las 11:30 de la noche, cuando de repente se oyeron los aullidos de los perros callejeros. El viento golpeaba las ventanas y puertas de aquella casa.
De repente mi tía Rosa sintió desde su interior una voz que le decía ¡Abre los Ojos!, ¡Abre los Ojos!, ella se resistía a aquella voz, pero era cada vez más fuerte y más fuerte, hasta que no pudo más y abrió lentamente sus ojos, y de repente sintió un escalofrío en su cuerpo.
Su boca estaba seca, inmóvil y sin poder decir nada, tenía ante ella la imagen de una mujer de blanco: su cara estaba completamente cubierto por su cabello pero se le veía unos huesos y pedazos de piel del rostro como colgando era algo dantesco y horroroso lo que estaba viviendo además de emanar un olor fétido.
Mi tía estaba inmóvil, observando a aquella mujer la cual permanecía junto a su cama. Ella quiso gritar pero no pudo, quiso moverse y no pudo. Ella recuerda que sólo elevó una pequeña oración al cielo, cerró los ojos, y cuando los volvió a abrir, ya no había nada.
A la mañana siguiente mi tía Rosa sentía todavía aquel olor extraño. Perfumó la casa, pero el olor duró por varios días.
Decía la gente que en esa casa ocurrían muchas cosas extrañas, y desde que su antigua propietaria desapareció, se escuchaban y miraban cosas raras. Se dice que ese espanto regresa cada lunes o cuando hay luna llena para pasear por su casa.
Llevo una mujer espiritista y ella le dijo q se mudara de alli porque ese no era un espanto era la muerte que deseaba llevarsela

1 comentario:

Anónimo dijo...

Horripilante... Buen escrito!!!!

Pasese por el mio, gracias

http://www.cineoma.blogspot.com/